miércoles, 25 de febrero de 2009

Jose Antonio Muñoz Rojas ( poeta antequerano)

En la actualidad, pensamos que nadie ha escrito nada más hermoso sobre el olivo, y los quehaceres humanos, uncidos a sus faenas, como nuestro querido y admirado poeta: José Antonio Muñoz Rojas. En su bellísimo libro: Las cosas del campo, nos ofrece, en prosa poética, un texto de una gran plasticidad, a la vez que estremecedor. Disfrutemos del rico vocabulario - ya casi desaparecido- que nos regala nuestro poeta antequerano sobre la recogida de la aceituna.

Los aceituneros

Desde lejos son unos humos lentos sobre los olivares. Acercándose, un rumor disperso. Voces, alguna copla, el ruido de un banco que se cierra, el manoteo rápido sobre las hojas, el aleteo del aventador, la caída continua y mullidas de la aceituna, como una cascada negra, en los sacos. Pocas veces hará la tierra más suyos a los hombres que en las aceitunerías. Aceituna arrugada, verde, vinosa, al igual que los rostros, que las ropas, que las manos enterronadas. Salen de mañana arrecidos, se reparten por el olivar, atacan a los árboles, recogen ávidamente el fruto, izan las canastas sobre las testas. Van las aceituneras pardas, sucias, apenas los ojos brillantes entre los pañuelos, apenas salvándose la gracia de una forma bajo los pantalones. Los olivos se les entregan y revierten las ramas despojadas a la altivez de antes, a esperar la nueva flor que el aire les tiene guardada. Y los aceituneros siguen camada adelante, a lo suyo, oscuros, torpes, implacables. Aquí lo humano no guarda paz con lo sereno del día, con la paz, con la limpieza del aire. Todo se vuelve afán, prisa, que nada quede. El rumor pasa y tras él quedan enhiestos los ramones, quieto el aire. Y la madre grita:
-Y que el niño no se vaya a quedar atrás.
Y el niño viene bamboleándose, aburridillo, sin comprender muy bien todo aquello, agradecido al solecito de enero, después del frío inexplicable de la noche antes.

(Y hasta aquí mi trabajo sobre el olivo y los poetas, publicado en la revista Calle del agua. Hay más poetas que han cantado a este generoso y sufrido árbol, pero su estudio os lo dejo a cada uno de los que os acerquéis a este blog).

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