sábado, 16 de enero de 2010

Origen o etiología de la palabra *GILIPOLLAS*

En el DRAE: GILIPOLLAS: 1. adj. vulg. gilí, tonto, lelo.

En Madrid hay una calle llamada de Gil Imón, haciendo de travesaño entre el Paseo Imperial y la Ronda de Segovia, para más señas. Es una calle dedicada al que fue alcalde de la capital, D. Gil Imón, por los tiempos de doña Mariquita de mi corazón, cuando el duque de Osuna organizaba sus célebres bailes, a los que acudía la crema social, para poner en el escaparate familiar a lindas damitas de la buena sociedad, como oferta casadera, las cuales acudían ataviadas con su miriñaque de fino muaré. A las damitas de entonces se les aplicaba el apelativo de "pollas", que en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) llevan, como sexta acepción, figurada y familiarmente, el significado de jovencitas, algo que hoy se ignora, por mor del lenguaje, que en la actualidad se ha vuelto recio y tosco, y las mentes malévolas sustituyen el significado antiguo por otro de morbosas connotaciones.

A lo que voy:

El tal don Gil era un personaje de relieve (la prueba está en que tiene dedicada una calle) y su nombre aparecía frecuentemente en los ecos de sociedad de las revistas del corazón de la época. El hombre, después de atender a los acuciantes problemas que su cargo de alcalde comportaba, se sentía obligado a responsabilizarse de sus deberes familiares, como buen padre. Tenía dos hijas en edad de merecer, feas ellas, no muy sobradas de gracejo, y hasta un tantico tontuelas. Y se hacía acompañar por ellas a todos aquellos sitios a los que, invitado como primera autoridad municipal, tenía que acudir.
Él, en su fuero interno, acudía no como primera autoridad municipal, sino como primera autoridad familiar. Tras la imponencia de unos bigotes municipales, se ocultaba un corazón de padre.
¿Ha llegado ya D. Gil?
Sí, ya ha llegado D. Gil y, como siempre, viene acompañado de sus pollas.
D. Gil departía animadamente con los próceres de la actualidad, y, mientras tanto, sus pollitas iban a ocupar algún asiento que descubrieran desocupado, a esperar a que algún pollo (en masculino, solía aderezarse con pera: ("pollo-pera") se les acercase, cosa siempre poco probable.
La situación, una y otra vez repetida, dio lugar a la asociación mental de tontuelidad con D. Gil y sus pollas. Y cundió la especie por "el todo Madrid", que compuso una palabra especial, castiza, nacida en Madrid y, puesta en circulación con el marchamo del Oso y el Madroño, siendo después exportada al resto de España, y ganándose a pulso el derecho de entrar en la Real Academia Española (RAE).
En castellano, es usual la composición de palabras: verdinegro (verde y negro), pavitonto (pavo y tonto), coliflor (col y flor) (¡Mira que ya hace años que D. Máximo nos enseñaba en la escuela a descomponer estas palabras!).

Pero ¿cómo describir esa circunstancia tan compleja de tontuelidad inconsciente? Los imaginativos y bien humorados madrileños lo tuvieron fácil: para expresar la idea de tontuelo, tontaina, tontucio, tontuelidad integral, inconsciente, (con malicia o sin malicia es otra cuestión).
¡Ya está! Gil (D. Gil)-y-pollas (las dos jovencitas hijas suyas) = gil-i-pollas.
¡Estos madrileños son la releche!

A lo largo de la historia, el vocablo ha sufrido avatares de toda índole, hasta que, por fin, la RAE , haciendo gala de su lema "limpia, fija y da esplendor", ha limpiado la palabra, la ha fijado, le ha dado esplendor y le ha dispensado digna acogida en su diccionario.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesantísimo, Lola, casi me ha parecido un cuento, jaja.
Un beso,
Juanma

Teresa Cameselle dijo...

Una estupenda lección histórica y gramática, me ha encantado. Gracias.

pichiri dijo...

Me ha encantado tu prosa y tu estilo. Ya hacia tiempo que no encontraba un texto de puro castellano, con sentido, gracejo y claridad meridiana, además de ser un verdadero reportaje que me permitirá explicar con todo lujo de detalles el origen y significado de tan expresiva palabra, que por aquí en Colombia muchas veces me han preguntado.Aún estoy sonriendo, ¡Pobre D. Gil!

Carioca dijo...

Como cuento: bonito, divertido y simpático. Pero si es cuento, como parece, no está bien (y disculpa, pero hay que decirlo) que lo presentes como el origen real de una palabra.
Si así fuera, que lo dudo, el rigor intelectual más elemental obliga a aportar el apoyo de esa interpretación; en qué documentación se basa, dónde se encuentra y qué fiabilidad tiene.
La pura imaginación o conjetura no vale como "origen o etiología" y lamentablemente abundan los inventores de etimologías.