lunes, 22 de junio de 2009

Shakespeare and Company



La librería más famosa del mundo

He vuelto a París y de nuevo mi visita obligada a esta entrañable librería; desde hace dos años sigue igual, salvo que han arreglado la escalera peligrosa que subía al primer piso. Los libros se amontonan en pirámides sobre mesas, escalones, rincones…, miles de tarjetas, fotos de los personajes famosos ⎯casi todos desaparecidos⎯, restos de ajados sofás donde debieron posar sus célebres posaderas escritores de todos los paises…; en la calle, cajones y estanterias con libros de segunda mano, bancos para que la gente lea o consulte, y muchas cámaras que captan la singular librería.
Las tres veces que la he visitado me han ocurrido algunas anécdotas curiosas. Esta vez nos sentamos en un pequeño velador junto a la puerta de entrada. No habría más de seis libros sobre la mesa…¿casualidad? ¡allí estaba La cosecha roja de Dashiell Hammett ⎯ el libro que comentaremos en nuestra tertulia del viernes⎯, en francés, una edición publicada en 1975! La compré por 3 euros.

Un poco de su historia

La historia de Shakespeare and Company, probablemente la librería más famosa del mundo, está ubicada en el 37 de la 'rue' de la Bûcherie, frente a Notre Dame de París (Kilómetre Zero).

Para empezar, algunos lectores pensarán, al citar la librería Shakespeare and Company, en Sylvia Beach, la estadounidense que publicó en 1922 el Ulises de James Joyce. Es cierto que Sylvia Beach pasó por aquí, como han pasado al cabo de los años tantas celebridades estadounidenses y de todo el mundo, pero esta librería Shakespeare and Company no es la de la generación perdida, sino la de George Whitman, nacido en New Jersey hace 90 años, más de 50 de librero bohemio en este rincón parisino, y todavía aguantando las tormentas a este lado del Sena.
Para embarullar más las sombras de los espíritus que habitan estas paredes, George Whitman es hijo de Walt Whitman, pero no es pariente del Whitman poeta, aunque se considera su heredero. Su hija se llama Sylvia Beach Whitman, porque George así lo quiso, aunque la joven no guarde ningún parentesco con la librera y editora de Joyce. O tal vez sí, porque en este reino de ficción los lazos familiares y los árboles genealógicos literarios están deliciosamente enmarañados.


Quería compartirlo con vosotros.

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