sábado, 18 de julio de 2009

Los lectores ante la novela (Continuación)


Guy de Maupassant

...El lector, que únicamente busca en un libro satisfacer la tendencia natural de su espíritu, pide al escritor que responda a su gusto predominante y califica invariablemente como bien escrita la obra o el párrafo que agrada a su imaginación idealista, alegre, picaresca, triste, soñadora o positiva.
En suma, el público está compuesto por numerosos grupos que nos gritan:

«Consuélenme.»
«Distráiganme.»
«Entristézcanme.»
«Enternézcanme.»
«Háganme soñar.»
«Háganme reír.»
«Hagan que me estremezca.»
«Háganme llorar.»
«Háganme pensar.»

Tan sólo algunos espíritus selectos piden al artista: «Escriban algo bello, en la forma que mejor les cuadre, según su temperamento.»
El artista lo intenta y triunfa o fracasa.
El crítico sólo debe apreciar el resultado con arreglo a la naturaleza del esfuerzo; y no le asiste el derecho a preocuparse de las tendencias.
Así pues, tras las escuelas literarias que han querido darnos una visión deformada, sobrehumana, poética, enternecedora, encantadora o soberbia de la vida, vino una escuela realista o naturalista que pretendió indicarnos la verdad, nada más que la verdad y toda la verdad.
Es preciso admitir con el mismo interés esas teorías de arte tan diferentes y juzgar las obras que producen únicamente desde el punto de vista de su valor artístico, aceptando a priori las ideas generales que les han dado vida.
Discutir el derecho que asiste a un escritor para hacer una obra poética o realista es quererle forzar a modificar su temperamento, recusar su originalidad y no permitirle utilizar la visión y la inteligencia que le proporcionó la naturaleza.
Echarle en cara que vea las cosas hermosas o feas, pequeñas o épicas, graciosas o siniestras, es como reprocharle estar configurado de tal o cual manera y no tener una visión que concuerde con la nuestra.
Dejémoslo en libertad para comprender, observar, concebir como guste, mientras sea un artista. Procuremos exaltarnos poéticamente para juzgar a un idealista y demostrémosle que su sueño es mezquino, trivial, no lo bastante extravagante o magnífico. Pero si juzgamos a un naturalista, indiquémosle en qué difiere la verdad de la vida de la verdad de su libro...

2 comentarios:

Juan Manuel Rodríguez de Sousa dijo...

Interesantes palabras, interesante secuela las que estás poniendo en el blog, ¿habrá más?

Es casi imposible no estar de acuerdo con lo que dice Guy, porque practicamente su visión es tan abierta, abarca tanto, que sólo una persona excesivamente cerrada podría estar en contra de lo que dice. Pienso yo vaya.

Estoy de acuerdo, la visión de cada novelista/artista tiene que ser la suya propia aunque en su tiempo esa visión esté desgastada, infravalorada... Y a la inversa también.

Pero se me ha venido a la cabeza ¿qué es ser artista? interesante cuestión.

Un saludo Paola,
Juanma

Lola dijo...

Interesante pregunta.
De todas las que leo en el diccionario de la RAE, me quedaría con: "persona dotada de la virtud y disposición necesarias para alguna de las bellas artes". O esta otra: "persona que hace algo con suma perfección".
Desde luego no es un artista el escritor que se pliega a las modas más complacientes del momento, o el que quiere explotar el sentimentalismo con una visión oportunista, o sólo quiere ganar dinero y fama rápida. El arte requiere tiempo, sosiego y una visión profunda de la vida; después viene la técnica, que se puede aprender.
Gracias por tus comentarios.
Habrá más, querido Juanma.
Un beso, Lola